miércoles, 28 de mayo de 2014

Gaucho José Alvarado Machuca Yendegaia

"Bagualero (Fragmento)

Por Mónica Oportot

Llegué a Yendegaia (Bahía Profunda), histórica bahía ubicada en la Tierra del Fuego al norte del Canal Beagle y poco antes de Puerto Williams,

En estos parajes, el cielo, la tierra y el agua son uno y el infinito en definitiva nos une. Como criatura que pertenezco a este todo, siento que me fundo con esta totalidad, con las aves y los animales y las aguas y las piedras y los bosques. Las nubes cambian del blanco al negro, la luz se oscurece, el agua como espejo se agita, surge el viento silbando, rugiendo.Viven aquí los árboles milenarios, los seres que habitan los paisajes fríos, las aguas de los innumerables ríos, los cóndores como vigías celosos, los glaciares, los minerales y las piedras que espontáneamente forman jardines Zen y un gaucho bagualero, quien a caballo recorre el territorio y se reconoce a si mismo en las soledades, con cautela y con locura.

La voz del único ser humano, que habita todo el año las 40.000 hectáreas de la estancia Yendegaia, es áspera y amable. Es José Alvarado Machuca, cazador de toros salvajes, domador de caballos ariscos y guía de expediciones. Nuestro guía. Sus manos han adiestrado cada uno de los once perros cazadores, han amansado los salvajes caballos y obtenido la carne del toro bagual. En estas soledades, es él quien parte la leña que enciende la cocina, principal lugar de la estancia, prepara el mate amargo que acompaña el diálogo, arrea y domina la tropilla, ajusta las monturas, se ocupa de sobrevivir los trabajados días y contemplar el cielo de la noche, que le habla como en un oráculo las vicisitudes del clima, mientras pita solo, tabaco a tabaco, las horas de su vida."

 Los bagualeros son personajes osados que se dedican a cazar baguales. La palabra bagual, designa a un animal que teniendo un origen doméstico, por diferentes circunstancias se ha convertido en un animal salvaje que vive escondido en los montes o en otros lugares inaccesibles, huyendo de la presencia humana. En Magallanes, por las características de la geografía, las distancias y las dificultades propias de la explotación ganadera en un clima extremo, muchos animales que se han escapado de los rebaños y tropillas, o que se han quedado escondidos en zonas boscosas inaccesibles, han continuado reproduciéndose en estado salvaje, llegando a ser tan abundantes que incluso le han disputado el terreno y han hecho retroceder a especies nativas como el huemul.


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