martes, 24 de julio de 2018

Informe de la reunión anual del Consejo de Administradores de Programas Antárticos Nacionales




La 30.ª Reunión Anual del Consejo de Administradores de Programas Antárticos Nacionales (COMNAP) se celebró en el Centro de Convenciones de Garmisch-Partenkirchen, Alemania, desde el 11 al 13 de junio de 2018 y fue organizada por el Programa Antártico Nacional de Alemania, el Instituto Alfred Wegener.

A la reunión asistieron representantes de 29 organizaciones miembros de COMNAP, de un total de 30 [nota: la delegación chilena fue encabezada por el Dr. Marcelo Leppe, del INACH]. Se aceptaron las disculpas del Programa Antártico Nacional de Ecuador. También asistieron observadores de los programas antárticos nacionales de Canadá, Malasia, Portugal, Suiza y Turquía. Otros Observadores Expertos del Comité Científico de Investigación Antártica (SCAR), la Secretaría del Tratado Antártico, el Comité para la Protección del Medio Ambiente (CEP), la Asociación Internacional de Operadores Turísticos de la Antártica (IAATO), el proyecto del Sistema de Observación del Océano Austral (SOOS) y el proyecto Año de Predicción Polar (YOPP) también estuvieron presentes durante varias secciones de la reunión. Esta ha sido una de las reuniones más grandes de COMNAP, con un total de más de 200 participantes.

Los miembros participaron en animados debates e intercambiaron información de pretemporada para el período de investigación antártica 2018-2019.

El Grupo de Expertos de Seguridad del COMNAP sostuvo una discusión sobre el tema de acoso en la Antártica, hubo una actualización de telemedicina que incluyó un enlace directo con el médico de invierno actualmente desplegado en la estación Neumayer de Alemania y una sesión centrada en la facilitación de la ciencia particularmente en el contexto de plataformas marinas.

Muchos Programas Antárticos Nacionales compartieron información sobre las capacidades de sus buques de investigación, incluidas muchas construcciones nuevas en proceso o ya terminadas.
El nuevo Sistema de Seguimiento de Activos (CATS) de COMNAP continúa evolucionando y expandiéndose para incluir tanto a los aviones como a los movimientos de los buques. La herramienta fue reconocida por la asamblea como un importante sistema de apoyo científico que está diseñado para optimizar los movimientos de activos con el fin de apoyar la coordinación internacional de la ciencia y en los casos en que pueda surgir una situación de emergencia.

COMNAP continúa un significativo trabajo en temas ambientales. Este año la atención se centró en comprender las fuentes de plástico y cómo reducir los impactos del plástico en los ambientes antárticos terrestres y marinos. Los Programas Nacionales Antárticos reconocen que es necesario realizar más investigaciones, las que deben ser estimuladas tanto en la Antártica como en sus alrededores para comprender mejor los impactos de la contaminación por plástico.

El Grupo de Expertos en Medioambiente también examinó los impactos acumulativos, la reducción del riesgo de introducción de especies no autóctonas y una mayor reducción del uso de combustibles fósiles en las operaciones antárticas. La promoción de prácticas y tecnologías de eficiencia energética en las estaciones de investigación fue un mensaje clave para todos los miembros del COMNAP.

COMNAP continúa enfocándose en una variedad de cuestiones relacionadas con la seguridad de la vida humana, anunciando su intención de convocar el IV Taller de Búsqueda y Salvamento (SAR) en Nueva Zelandia en mayo de 2019 y también continuar recabando datos relacionados con la actividad aérea en la Antártica, incluido el uso de Sistemas de Aviones Piloteados en Forma Remota (RPAS) utilizados en apoyo de la ciencia, operaciones y logística, para informar las discusiones planeadas para la Reunión Consultiva del Tratado Antártico (RCTA) XLII en 2019.

La Dra. Kelly K Falkner, directora de la Oficina de Programas Polares de la NSF (EE. UU.), continúa en su período de tres años como presidenta del COMNAP. Rob Wooding (AAD/Australia) completó su mandato de cuatro años como vicepresidente y Peter Beggs (Antarctica, Nueva Zelanda) fue elegido para el puesto de vicepresidente por un período de tres años (hasta la Asamblea General del año 2021). Peter se une a los otros vicepresidentes del COMNAP: Javed Beg (NCAOR/India), John Guldahl (NPI/Noruega), Agnieszka Kruszewska (IBB PAS/Polonia) y Uwe Nixdorf (AWI/Alemania). Michelle Rogan-Finnemore continúa como Secretaria Ejecutiva y completa el Comité Ejecutivo del COMNAP de siete miembros.

El COMNAP celebró su trigésimo aniversario con una serie de eventos y anunció que el Prof. Kazuyuki Shiraishi, anterior presidente de COMNAP, fue honrado con un topónimo en la Antártica en reconocimiento a sus tres décadas de trabajo en la región. El lugar es Shiraishi Peak, una cumbre parcialmente libre de hielo a 1640 m de altura, en una cresta prominente en las colinas Meteorite, al sur de la Tierra Victoria, Antártica.

La próxima asamblea anual se llevará a cabo en Plovdiv, Bulgaria, del 29 de julio al 1 de agosto de 2019 y será organizada por el Instituto Antártico Búlgaro. Fuente INACH.

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“Los desechos de plástico, invitados no deseados en la Antártica”


Por Andrés Barbosa para Prensa Antártica
Investigador en el Museo Nacional de Ciencias Naturales, CSIC, Madrid, Spain

Cuando se habla de la Antártida, habitualmente se utilizan descripciones acerca de un lugar prístino y prácticamente libre de la acción humana. Si bien en un territorio con una extensión tan amplia, 14 millones de kilómetros cuadrados, existen zonas muy diferentes en relación a la presencia humana y efectivamente una gran proporción del territorio está formado por lugares donde el hombre no ha puesto nunca el pie y por tanto su impacto podría calificarse de mínimo.

Otras áreas, sin embargo, han sido un lugar preferencial para la visita y asentamientos humanos desde los primeros tiempos en que esta región fue descubierta. En general estas zonas coinciden con las regiones más cercanas a otros continentes como es el caso de la zona norte de la península antártica donde se incluye el archipiélago de las Shetlands del Sur.

Descubiertas a principios del siglo XIX, estas islas han sido testigo de la explotación de los recursos naturales de la zona tales como las poblaciones de lobo marino de dos pelos, focas o ballenas y más actualmente del krill.

Por otra parte es esta la zona donde en la actualidad se da la mayor presencia humana en el continente, con la presencia de 17 bases antárticas que acogen a unos 450 científicos y un contingente de más de 20000 turistas que la visitan cada año.

Actualmente las pautas de conducta medioambiental derivadas del Protocolo de Protección Medioambiental o Protocolo de Madrid hace que tanto las bases científicas como las expediciones turísticas tengan un comportamiento que trata de reducir el impacto al mínimo avanzándose cada año hacia el establecimiento de nuevas pautas que lo puedan reducir aún más.

Sin embargo, existe otra amenaza para las costas de esta región que queda fuera de la protección del Protocolo de Madrid y es la llegada de basura, principalmente restos de plástico procedente del mar y que probablemente empujada por los temporales y tormentas que circunvalan la Antártida se va depositando en las costas más expuestas de esta región.

La invasión de restos de envases y materiales de plástico en todo el planeta se ha convertido en un problema global, ya no solo es importante su acumulación en las zonas más cercanas a su fabricación y uso sino que aparecen en lugares remotos como las zonas más alejadas e inaccesibles del océano y también sucede en las costas de la Antártida.

Recientemente durante una expedición científica de tres semanas en la península Byers, isla Livingston, hemos podido constatar este hecho y como amplias zonas de costa están repletas de estos restos cuya vida media se estima en centenares de años.

Esta zona está categorizada como Zona Antártica Especialmente Protegida y posee uno de los planes de gestión más estrictos desde el punto de vista medio ambiental. No existen bases en las cercanías aunque si un campamento formado por dos iglús de 6×2 metros y en los que como máximo pueden convivir 8 personas.

La única actividad humana permitida en este tipo de lugares es la científica y la presencia humana queda restringida a los investigadores y personal técnico estrictamente necesario, básicamente de apoyo para la seguridad.

Durante nuestra estancia recorrimos como parte de nuestro trabajo diversas playas situadas principalmente en la zona norte y noroeste de la península y pudimos ser testigos de la elevada cantidad de restos de esos envases y materiales de plástico que habitualmente incluían boyas de barcos, botellas, y recipientes de gran tamaño. Una buena parte de esta basura, hasta la medida en que podíamos transportarlas por nuestros medios hasta el campamento fue retirada de las playas y posteriormente sacadas de la isla en el buque Sarmiento de Gamboa con destino a la base española Juan Carlos I para proceder a su procesado y retirada definitiva de la Antártida.

Por la posición y orientación de las playas es poco probable que estos restos vengan de las actividades llevadas a cabo en la zona, aunque no puede ser descartable, y si es más probable que sean restos descuidadamente tirados en otras regiones fuera de la Antártida y que terminan siendo depositados en esta región con el consiguiente peligro para la fauna y el incremento de la contaminación.

Ser testigo de esta situación en un lugar supuestamente alejado del impacto humano aumenta la conciencia de que acciones que realizamos en nuestro entorno más cercano tienen repercusión en lugares remotos alterando su medioambiente. Es necesario por tanto hacer un llamamiento hacia un uso racional de este tipo de envases y materiales reduciéndolos al máximo, aplicando un cuidado especial sobre su tratamiento, incrementando la implicación de los consumidores en su reciclado y exigiendo a nuestras autoridades una apuesta por una economía circular que reduzca de forma significativa la cantidad de deshechos que generamos.

La Antártida nos sirve de testigo y centinela para dar la voz de alarma ante situaciones que muchas veces no imaginamos que puedan estar sucediendo, este es un caso claro, de ahí su importancia para conservar sus valores y divulgar los problemas medioambientales de los que con nuestra actuación aunque sea a muchos miles de kilómetros somos responsables. @prensaantartica

¿Es común que se congele el mar? Científico del Centro IDEAL explica qué sucedió en Puerto Natales




El fenómeno se debió a la combinación de diversos factores: poco viento, baja temperatura y un descenso en la salinidad superficial del mar.

Durante estos días, los habitantes de Puerto Natales se encontraron con un escenario pocas veces visto: parte del Canal Señoret, conocido internacionalmente por su belleza escénica, amaneció congelado.

Pese a que el fenómeno sorprendió a los natalinos, poco impresionó a la comunidad científica. El oceanógrafo del Centro de Investigación Dinámica de Ecosistemas Marinos de Altas Latitudes (IDEAL) de la Universidad Austral de Chile, Dr. Ricardo Giesecke, asegura el congelamiento del mar en Puerto Natales se pudo haber debido a la combinación de una serie de condiciones que propiciaron este fenómeno natural.

“El congelamiento del mar en la forma que ocurrió en Puerto Natales, tuvo que haber sido favorecido por la combinación de tres factores: una baja salinidad en superficie, baja intensidad de viento y bajas temperaturas atmosféricas. El mar normalmente contiene un 77.8% de sales disueltas, lo que cambia la temperatura de congelación del agua según la cantidad de sal que esta posea, pero con una temperatura de -1,9 grados ya se podría congelar”, comentó el Dr. Giesecke.

La capa de hielo que se formó en Puerto Natales fue superficial, esto quiere decir que el agua está debajo, prácticamente mantiene su temperatura. Por lo tanto, el plancton y otros organismos que habitan allí no deberían verse afectados.

La congelación del mar es un fenómeno circunstancial, que no es ocasionada por el calentamiento global. Según el Dr. Giesecke, el mayor impacto de formación de hielo se observa en la Antártica, fenómeno que ocurre en invierno. En ese periodo, el agua que rodea a los témpanos se vuelve muy salada y fría, aumentando su densidad. Esto produce que el agua fría y salada se hunda hasta el fondo, a unos 10 a 30 metros, congelando todo lo que se encuentra en su paso. Las especies que tienen limitada movilidad, como erizos de mar o estrellas, que mueren congeladas durante estos eventos.
Fuera de la novedad del congelamiento mar, este proceso físico es muy conocido pero pocas veces observado, por lo que podría volver a suceder si se presentaran condiciones similares: poco viento y bajas temperaturas.

lunes, 23 de julio de 2018

Científicos logran validar el uso del hielo antártico como “termómetro” del clima pasado




Tras ocho años de estudio y cinco campañas en el Continente Blanco, un equipo multidisciplinario logró “construir” un método que permitirá determinar, en base a la composición química del hielo, el clima del pasado en una zona de alto interés científico planetario: la península Antártica.

Estudiar el cambio climático en la península Antártica no es una tarea sencilla. Si a la difícil logística se suma el hecho de que existen muy pocos registros meteorológicos y los que hay son recientes e irregulares en el tiempo o están demasiado dispersos geográficamente, la tarea se torna compleja.
La comunidad científica experta en clima había propuesto utilizar el hielo antártico como sensor meteorológico. Sin embargo, el hielo parece tener un lenguaje difícil de interpretar, no pudiendo hacerse una lectura directa de este.

Eso es justamente lo que un equipo multidisciplinario logró revertir, según lo publicado recientemente en la prestigiosa revista The Cryosphere. En un extenso artículo denominado “Nuevos conocimientos sobre el uso de isótopos estables de agua en la península Antártica septentrional como herramienta para los estudios climáticos regionales”, detallaron una combinación de datos provenientes del análisis a nivel atómico del hielo, con mediciones meteorológicas, validando al hielo como un verdadero “termómetro” e indicador de condiciones ambientales.

Francisco Fernandoy Pedreros, geólogo chileno y autor principal del artículo, lideró un equipo de expertos en geofísica, meteorología, glaciología y estadística que estudiaron en terreno la península Antártica entre el 2008 y el 2015. Allí colectaron muestras de hielo, datos meteorológicos y geofísicos. Fernandoy señala que “la publicación de esta investigación valida científicamente que el estudio químico del hielo es un indicador de temperatura y, por lo tanto, puede usarse como un código para reconstruir las condiciones del clima del pasado”.

Península Antártica

El Continente Helado se mantiene así no solo por la baja radiación que recibe en la alta latitud en la que se encuentra, sino también por el alto albedo (reflejo de la radiación solar sobre el hielo). Junto con esto, se encuentra bien aislado oceánica y atmosféricamente del resto del planeta. A nivel oceánico, la Corriente Circumpolar Antártica (CCA) fluye sin cesar de oeste a este. A nivel atmosférico, las corrientes llamadas “vientos del oeste” o “Westerlies” (término en idioma inglés), circulan en la misma dirección. Ambos flujos generan una barrera de agua y aire alrededor de la Antártica.

Por otra parte, la forma de la península Antártica, una desafiante y atractiva cadena de montañas y glaciares que se proyectan hacia el norte, hace que el sistema océano-atmósfera, en su flujo natural, se encuentre directamente con su cara oeste, influyendo sobre la formación de hielo marino estacional y la acumulación de nieve que da paso a la formación de hielo glaciar.

Si a esto agregamos que el agua del mar y los vientos del oeste son, en promedio, más cálidos desde la era industrial y que el relieve de la Península es impactado de manera diferente según latitud, altitud y estacionalidad, el panorama se pone aún más difícil de interpretar, pero no imposible. Esto fue lo que Fernandoy y colaboradores estudiaron por ocho años.

El hielo como termómetro

El equipo científico integrado por investigadores de diferentes experticias y nacionalidades, fueron cinco veranos a terreno para extraer más de 10 testigos de hielo de veinte metros de profundidad, en un gradiente altitudinal que iba desde la costa en las cercanías de la base O’Higgins, ubicada en la costa oeste de la península Antártica, hasta los 1130 metros sobre el nivel del mar, en el plateau Laclavère.

Cada testigo de hielo extraído, fue conservado y transportado, primero a la base Escudero del Instituto Antártico Chileno, en la isla Rey Jorge, y luego procesado en salas frías especialmente acondicionadas en Viña del Mar. Finalmente, fueron trasladados a laboratorios de isótopos estables de la Universidad Nacional Andrés Bello y del Alfred Wegener Institut, en Alemania, para someterlos a análisis. Allí se extrajo y procesó cada una de las capas de hielo estacionales que se correspondieran con los años 2008 a 2015. Se analizaron más de cinco mil muestras de hielo, con sus respectivas réplicas para total validez científica.

La proporción isotópica de las muestras de nieve y hielo sacadas de la Antártica, se comparó con los registros meteorológicos diarios y mensuales de presión a nivel del mar y precipitaciones, registradas en la estación rusa Bellingshausen, en la isla Rey Jorge, y en la base chilena Bernardo O’Higgins, en la costa oeste de la península Antártica, además de datos de humedad relativa del océano circundante, temperatura superficial del mar, cobertura de hielo marino y temperatura del aire obtenidos in situ y también en las bases de datos públicos, aportados por la comunidad científica internacional.

Fuente INACH.
Más información en INACH

Nuevo estudio revela récord del cochayuyo: viajó 20 mil kilómetros hasta llegar a la Antártica




Un trabajo científico publicado recientemente en la prestigiosa revista Nature Climate Change, en el que participaron dos investigadores chilenos del Centro IDEAL, ha encontrado pruebas de que el continente blanco no está tan aislado como se había pensado.

Cuando el Dr. Erasmo Macaya, investigador del Centro de Investigación Dinámica de Ecosistemas Marinos de Altas Latitudes (IDEAL) y académico de la Universidad de Concepción, se topó con un cochayuyo en una playa de la Península de Fildes, Isla Rey Jorge, Antártica, supo que había encontrado algo significativo.

Una nueva investigación publicada recientemente en la prestigiosa revista internacional Nature Climate Change por un equipo internacional multidisciplinario de científicos –entre ellos, dos chilenos–revela cuán importante fue ese hallazgo. Los investigadores descubrieron que esa alga se había desplazado aproximadamente 20 mil kilómetros para llegar a esa orilla, por lo que representa el evento biológico de “rafting” o viaje a la deriva por la superficie del mar, más extenso hasta ahora registrado.



Para llegar allí, estas algas marinas tuvieron que atravesar barreras creadas por vientos polares y corrientes que, hasta ahora, se consideraban impenetrables. Esto, significaría que la Antártica no está tan aislada del resto del mundo como los científicos han pensado, lo que tendría importantes implicancias respecto de la forma en que los ecosistemas antárticos cambiarán con el calentamiento global.

“Cuando vi el cochayuyo varado, supe que era importante. Pese a que su nombre científico es Durvillaea antarctica, esta especie no crece en la Antártica, pero sabemos que pueden flotar y convertirse en un medio de transporte para muchas otras plantas y animales a través de los océanos”, aseguró el Dr. Macaya, quien encontró el ejemplar en las cercanías de la Base Escudero del Instituto Antártico Chileno (INACH).

“Este hallazgo muestra que plantas y animales vivos pueden llegar a la Antártida a través del océano, especies marinas de zonas templadas y sub-antárticas que probablemente ´bombardean’ las costas antárticas todo el tiempo”, dijo la autora principal del estudio, la Dra. Crid Fraser de la Universidad Nacional de Australia (ANU).

“Siempre pensamos que las plantas y animales antárticos eran distintos porque estaban aislados, pero esta investigación sugiere que estas diferencias se deben casi por completo a extremos ambientales, no al aislamiento”, agregó.

Las muestras de ADN tomadas de los cochayuyos encontrados en Antárctica revelaron que un espécimen se desplazó desde las islas Kerguelen, ubicadas en el Océano Índico, y desde islas Georgias del Sur en el Océano Atlántico. Esto significa que las rutas que tomaron para llegar al continente blanco debieron tener decenas de miles de kilómetros.

Usando técnicas de modelado de vanguardia, el equipo comenzó a ver cómo las grandes olas que surgen durante las tormentas podrían ayudar a las algas a llegar a la Antártica.

“Una vez que incorporamos el movimiento de la superficie impulsado por las olas, que es especialmente pronunciado durante las tormentas, de repente algunas de estas “balsas biológicas” fueron capaces de llegar a la costa antártica”, aseguró la Dra. Adele Morrison, quien dirigió los análisis oceanográficos.

Esto tiene importantes implicancias para los estudios científicos utilizados para rastrear plásticos, restos de aviones y otros materiales flotantes en nuestros mares.

Cambio global

En Chile, el cochayuyo se distribuye desde la región de Coquimbo hasta la región de Magallanes y se extrae principalmente para consumo humano. También es posible hallarlo en Nueva Zelanda, donde los maoríes lo utilizaban con el objetivo de armar bolsas llamadas “Poha” para transportar alimentos, Argentina y algunas islas sub-antárticas. Crece hasta 15 metros y posee flotabilidad, debido a que los tejidos internos están llenos de aire.

Se han estimado, por ejemplo, cerca de 70 millones de ‘parches flotantes’ de cochayuyo alrededor de la Corriente Circumpolar Antárctica.

“En un contexto de cambio global, el aumento de la temperatura y la intensificación de tormentas podrían favorecer el establecimiento de especies nuevas en la Antártica —incluyendo el cochayuyo
—. Tras este estudio, la siguiente pregunta que deberemos responder es cómo las comunidades locales recibirán a estos nuevos organismos”, concluyó el Dr. Nelson Valdivia, investigador del Centro IDEAL y académico de la Universidad Austral de Chile. Fotografías: Erasmo Macaya.

martes, 3 de julio de 2018

Calentamiento global y mar de Chile: aguas más frías

Ver presentación del Dr. Osvaldo Ulloa,
PhD en Oceanografía por la Dalhousie University, Canadá, e investigador de la Universidad de Concepción

Fuente:
http://www.icare.cl/contenido-digital/calentamiento-global-mar-chile-impactos-peligros/

Calentamiento global y mar de Chile: aguas más frías

“50% del oxígeno que respiramos viene del mar, pero como se está calentando se está desoxigenando”, fue una de las alarmas que puso en el foro ICARE “Mar de Chile, un océano de oportunidades” en el que se refirió sobre el calentamiento global y mar de Chile.


Si a nivel mundial, los océanos se han ido calentando, Ulloa destaca que en Chile el asunto es al revés. “Contrario a lo que creemos, el océano chileno se ha ido enfriando en las ultimas décadas, lo que tiene consecuencias para la pesca, para los vientos, etc. Esto es consecuencia del calentamiento global porque ha cambiado la circulación oceánica del Pacífico Sur”, destacó el investigador.
Como sociedad debemos entender que el océano está sufriendo cambios significativos a grandes escalas que nos impactarán cada día más” — Osvaldo Ulloa, PhD en Oceanografía por la Dalhousie University, Canadá, e investigador de la Universidad de Concepción

Principales cambios en el océano

Ulloa informó del aumento de CO2 atmosférico, lo que ha traído consecuencias en los océanos. De hecho, a raíz de este aumento han ocurrido los siguientes efectos, que detalló:
  1. Calentamiento del océano.
  2. Desertificación de los giros centrales.
  3. Desoxigenación de las aguas intermedias. “50% del oxígeno que respiramos viene del mar, pero como se está calentando, se está desoxigenando”, explicó.
  4. Acidificación de las aguas.

Mar de Chile sin oxígeno

“Al calentarse el océano se pierde oxigeno. Sin embargo, frente a nuestras costas tenemos, de forma natural, las aguas con menos oxígeno del mundo. Eso lo sabíamos y fuimos a estudiar esto con investigadores de Dinamarca. Nos dimos cuenta que estas aguas tienen cero oxígeno y eso nos puso en un cambio a nivel mundial. Lo que estaba pasando en estas aguas era distinto a lo que estaba pasando en la literatura mundial. Este trabajo no habría sido posible sin la ayuda de la Armada de Chile”, explicó Ulloa descartando que esto se relacione con el calentamiento global y mar de Chile.

Desafío de trabajo conjunto

“Como sociedad debemos entender que el océano está sufriendo cambios significativos a grandes escalas, cambios que nos impactarán cada día más. Pero, existen particularidades regionales de impacto planetario que debemos investigar y entender. Es nuestra responsabilidad porque nos va a servir a nosotros como sociedad”, enfatizó Ulloa.
“La exploración y estudio del océano profundo frente a Chile requiere de un esfuerzo mayor, inter-institucional, público-privado, multidisciplinario. Debiera ir acompañado de desarrollo tecnológico e innovación: las oportunidades hoy están”, terminó sosteniendo el investigador de la Universidad de Concepción.