Bacterias antárticas contra la resistencia a antibióticos
El Dr. Marcelo González, del INACH, tomando muestras de suelo en la
morrena del glaciar Collins (sector norte de la península Fildes, valle
Klotz).
La frase “Lo que no te mata, te fortalece” parece ser cierta en el caso
de las bacterias. El uso excesivo e indiscriminado de los antibióticos a
nivel mundial, ha provocado la aparición de bacterias multirresistentes
a los antibióticos. Por esta razón, la búsqueda de nuevas formas de
control de estas bacterias lleva a dar una mirada
a los biorrecursos
disponibles en la Antártica, que por
las características de su hábitat
se convierte en una atractiva fuente a explorar. El proyecto “Péptidos
antimicrobianos de bacterias antárticas: Síntesis y optimización para
el
control de bacterias patógenas en alimentos”, de
la Pontificia
Universidad Católica de Valparaíso y del Instituto Antártico Chileno
(INACH), financiado por Corfo, ha logrado clasificar
hasta el momento
24 cepas de bacterias antárticas, la mayoría de ellas con actividad
contra cepas de bacterias multirresistentes aisladas de hospitales
chilenos y contra bacterias tipo. Este proyecto apunta al desarrollo de
nuevos productos bioactivos que puedan ser aplicados contra las
bacterias multirresistentes y además contra bacterias que afectan la
industria alimentaria (como Listeria monocytogenes).
A pesar de que los antibióticos han sido usados para tratar
infecciones bacterianas desde 1940, el primer antibiótico, Salvarsan,
fue descubierto en 1910 y se usó para tratar la sífilis. A ello siguió
el gran descubrimiento de la penicilina por Alexander Fleming en 1928.
En 1943, la aparición de la estreptomicina, la primera droga usada para
controlar la tuberculosis, permitió a sus descubridores Selman Waksman y
Albert Schatz acuñar el término “antibiótico”. A estos, han seguido
sucesivas caracterizaciones de moléculas activas que al día de hoy suman
más de 4.000 con potencialidad antibiótica de uso clínico.
Las características básicas de los antibióticos
Los antibióticos son producidos mediante fermentación por hongos,
levaduras y bacterias, y mediante síntesis química se producen
antibióticos derivados de los mismos, lo que permite modificar su
espectro de acción y modalidad de aplicación.
Su uso como herramienta terapéutica puede ser externo o tópico, o
interno o sistémico, siendo el objetivo provocar la inhibición del
crecimiento de un microorganismo sensible (bacteriostático) o bien su
muerte (bactericida).
Considerando que los antibióticos se usan
para controlar
microorganismos, principalmente bacterias, su acción preferencial es la
inhibición de procesos vitales en ellas o interrumpir alguna vía
esencial de su metabolismo, sin que ello afecte en forma significativa
los procesos equivalentes en los organismos superiores a los que se
administra la droga.
El problema actual: la resistencia a los antibióticos
El uso excesivo y en muchos casos indiscriminado de los antibióticos
a nivel mundial, ha tenido como consecuencia que diversos campos
del
quehacer humano se han visto progresivamente afectados por la aparición
de bacterias multirresistentes, tanto a los antibióticos clásicos como a
los de última generación. Estas bacterias, por estar presentes
en los
alimentos, pueden provocar daños económicos y a la salud de los
consumidores, como ha sido el caso de la bacteria Listeria
monocytogenes.
La industria ha avanzado en el control de estos patógenos aplicando
métodos físicos, químicos y biológicos tradicionales. Estos últimos se
han desarrollado como una alternativa más amigable con el medioambiente,
siendo las bacteriocinas las que han acaparado la atención de la
industria biotecnológica.
Las bacteriocinas son moléculas con capacidad bacteriostática y
bactericida. Diversas bacterias son capaces de producir bacteriocinas.
Los probióticos que se agregan a alimentos, como el yogurt, son un
ejemplo de esto. En este contexto, las bacteriocinas representan una
alternativa novedosa de control en la industria alimentaria y en
prevención de enfermedades o profilaxis.
Antártica: fuente para una nueva generación de bacterias antimicrobianas
La Antártica es el continente más frío, seco y con vientos intensos,
donde solo los organismos adaptados a estas condiciones extremas logran
sobrevivir. A pesar de que también se le considera un lugar prístino,
se
ha comprobado que posee una abundante y muy diversa comunidad
microbiana y que se ve continuamente sembrado por microorganismos que no
son propios del lugar. Este hecho, sin lugar a dudas, tiene que ver con
la llegada del hombre y la globalización que implica. A pesar de ello,
debiese ser uno de los lugares menos proclives a ser afectados por la
multirresistencia de las bacterias, abriendo la posibilidad de encontrar
nuevas fuentes de moléculas con potencial antimicrobiano.
A partir de la colección del INACH de bacterias antárticas, ha sido
posible seleccionar diversas cepas pertenecientes a los géneros
Pseudomonas y Actinomicetes. Dichas cepas representan nuevas especies,
por lo cual la generación de nuevos productos las hace atractivas para
su aplicación en proyectos de innovación.
La bioprospección antártica está generando beneficios significativos
para Chile. Nuestras ventajas comparativas respecto de otros países,
se
basan en la proximidad de Chile al Continente Blanco, por lo que los
costos operativos para este tipo de labores se reducen
significativamente. Por otro lado, diversos grupos de microorganismos,
como los hongos
filamentosos y las levaduras de origen polar, han ido
concitando creciente interés por parte de investigadores chilenos.
El INACH posee una colección de bacterias antárticas caracterizadas
filogenética y bioquímicamente con propiedades antibacterianas. Muchas
de ellas presentan actividad sobre bacterias multirresistentes a los
antibióticos y sobre Listeria monocytogenes.
En el gráfico se observa cómo la cepa antártica IB20 posee una
notable actividad antibacteriana, por ejemplo, ante la conocida bacteria
Escherichia coli. Luego de la selección de cepas con actividad
antibacteriana, se secuencia su genoma, se purifican y caracterizan
las
propiedades relevantes de acuerdo con el proyecto, se sintetizan los
péptidos activos y se realizan ensayos de actividad sobre bacterias
patógenas y pruebas en plantas frigoríficas.
En colaboración con el Laboratorio de Genética e Inmunología (GIM)
y
con el Núcleo Biotecnología Curauma (NBC), ambos de la Pontificia
Universidad Católica de Valparaíso, se desarrolla actualmente el
proyecto Innova de Corfo de I+D denominado “Péptidos antimicrobianos de
bacterias antárticas: Síntesis y optimización para el control de
bacterias patógenas en alimentos”. Este proyecto cuenta con la
participación
de empresas de la región de Magallanes, como Frigorífico
Simunovic, Swanhouse y Cecinas München.
Este proyecto, luego de un año, ha logrado la purificación de
moléculas activas producidas por estas bacterias y la selección de
aquellas que poseen una mejor actividad antibacteriana. Las siguientes
etapas contemplan la síntesis de péptidos activos a partir de la
estructura primaria de estas moléculas para así optimizar su actividad
contra bacterias multirresistentes o patógenas presentes en alimentos
que pasan por etapas de congelación.
Primeros resultados
Las 24 cepas de bacterias antárticas que han sido clasificadas
corresponden a los géneros Pseudomona, Arthrobacter, Pedobacter,
Actinobacteria y Streptomyces. La mayoría de estas bacterias presentó
actividad contra cepas de bacterias multirresistentes aisladas de
hospitales chilenos y contra bacterias tipo.
Con base en esta información hemos seleccionado las cepas con amplio
espectro de actividad y a partir de ellas se ha realizado la extracción y
purificación de los productos activos.
El siguiente paso será el análisis con herramientas bioinformáticas o
análisis in silico de estas secuencias para el diseño y síntesis de
productos peptídicos que serán optimizados para ser aplicados contra las
bacterias multirresistentes y además contra bacterias que afectan la
industria alimentaria como Listeria monocytogenes.
Por Constanza Cárdenas, Marcelo González y Sergio Marshall
Pontificia Universidad Católica de Valparaíso e Instituto Antártico Chileno
Versión completa en Boletín Antártico Chileno, vol. 32, disponible en www.inach.cl.
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