Fuegia Basket, frecuentemente citada en la literatura fueguina, integraba el
grupo de cuatro aborígenes que el capitán Fitz Roy llevó a Inglaterra en 1830.
Aunque su nombre no alcanzó el nivel de popularidad histórica que logró su
conocido paisano y compañero de aventuras Jemmy Button, no por ello debe
considerarse que su recuerdo se esfumó tras los mantos de nieblas, que velan
aquellos sombríos escenarios isleños que habitaban los indios canoeros.
Fuegia Basket (Cesta fueguina), niña aún fue embarcada por los británicos, en
calidad de prisionera o rehén, el 12 de febrero de 1830,
después de sostener una
refriega con un grupo de indios, mientras investigaban el paradero de una
ballenera que estos les habían robado.
El grupo expedicionario que resultó
perjudicado estaba al mando del master M. Murray, descubridor del canal Beagle,
y debido a ello quedó librado a su suerte en una pequeña caleta al pie del cabo
Desolación, situado en el confín S.O. de
Tierra del Fuego.
El
cesto fueguino
Con ayuda de Dios, se ingeniaron para construir, con ramas y trozos de lona revestidos de arcilla, una extraña y curiosa embarcación, que mucho se parecía a un gran cesto. Favorecidos por uno de los pocos días de calma y buen tiempo que disfrutaron ese verano, tan endeble y peligroso artefacto permitió que dos hombres pudieran regresar a la Beagle y narrar su odisea.
Con ayuda de Dios, se ingeniaron para construir, con ramas y trozos de lona revestidos de arcilla, una extraña y curiosa embarcación, que mucho se parecía a un gran cesto. Favorecidos por uno de los pocos días de calma y buen tiempo que disfrutaron ese verano, tan endeble y peligroso artefacto permitió que dos hombres pudieran regresar a la Beagle y narrar su odisea.
Tras sostener nuevas escaramuzas con los sospechosos de haberles robado el bote,
dos hombres, tres mujeres y seis niños fueron detenidos, en tanto continuaba la
trabajosa pesquisa por aquel tempestuoso laberinto de islas y canales
desconocidos.
Los hombres y las mujeres pronto abandonaron a las criaturas y lograron fugar,
burlando la persecución .que inmediatamente emprendieron los expedicionarios, y
lo mismo hicieron poco después las criaturas mayores.
De
los tres niños que quedaron á bordo, dos fueron enviados en un bote para ser
entregados al primer grupo de fueguinos que hallaron en la vecindad del lugar
donde estaban anclados. En consecuencia, sólo quedó a bordo esta niña, a la que
se dio el nombre de tan rudimentario artefacto, en recuerdo de la dramática aventura que el destino les deparó
en tan remoto y desolado lugar.
Rehén a los nueve años
Fitz Roy manifiesta que la niña tendría unos ocho o nueve años de edad, y parecía tan contenta y sana que resolvió conservarla de rehén por el perdido bote, y tratar de enseñarle inglés. Agrega que, una vez limpia y vestida, tenía mucho mejor aspecto; parecía estar enteramente satisfecha, y pronto se convirtió en mascota de la tripulación. Al disponer a su antojo de abundante aumento parecía encontrarse tan alegre y feliz -según Fitz Roy—, que no sentía deseos de abandonar la goleta y, como resultado de sus excesos gastronómicos, muy pronto llegó a parecer tan ancha como alta.
York Minster, alacaluf
El día 3 de marzo de 1830, luego de sostener nuevas refriegas con los nativos, se invitó a un fornido mocetón a pasar al bote de los ingleses, y lo hizo de muy buena gana sin la menor desconfianza. Le dieron el nombre de York Minster, porque el encuentro tuvo lugar en las proximidades de un escabroso promontorio, bautizado anteriormente con ese mismo nombre por el capitán James Cook.
El día 3 de marzo de 1830, luego de sostener nuevas refriegas con los nativos, se invitó a un fornido mocetón a pasar al bote de los ingleses, y lo hizo de muy buena gana sin la menor desconfianza. Le dieron el nombre de York Minster, porque el encuentro tuvo lugar en las proximidades de un escabroso promontorio, bautizado anteriormente con ese mismo nombre por el capitán James Cook.
Boat Memory, alacaluf
Prosiguiendo con la pesquisa del bote robado, días después mantuvieron nuevas escaramuzas, en las cuales hasta hubo muertos y heridos y, tras enconada persecución, capturaron otro joven que nadaba vigorosamente, al cual dieron el nombre de Boat Memory, en recuerdo del bote que nunca lograron recuperar.
Prosiguiendo con la pesquisa del bote robado, días después mantuvieron nuevas escaramuzas, en las cuales hasta hubo muertos y heridos y, tras enconada persecución, capturaron otro joven que nadaba vigorosamente, al cual dieron el nombre de Boat Memory, en recuerdo del bote que nunca lograron recuperar.
Ya
por entonces los británicos habían decidido enseñar inglés a los prisioneros y,
por su parte, aprender algunas palabras básicas del complicado lenguaje que
hablaban los nativos, pues a su juicio no había otra forma de entenderse con
ellos, y los repetidos amagos de violencia, y las escaramuzas, amenazaban
convertirse en abierta hostilidad.
Jernmy Button, yagan
A
estos tres nativos del conjunto alacaluf —Fitz Roy escribe alikhoolip—
procedentes de la parte occidental de Tierra del Fuego, se sumó otro de distinta
filiación racial, Jernmy Button, que fue embarcado en el canal Beagle luego de
intercambiar diversas chucherías, incluso unos botones que dieron origen a su
nombre.
A Inglaterra, y regreso
Ya en
pleno invierno austral, varios contratiempos, especialmente las borrascas,
impidieron a la goleta dirigirse hacia la parte occidental del archipiélago a
fin de desembarcar a los cautivos. Como también se había cumplido la fecha
establecida para el regreso y las provisiones comenzaban a escasear, el capitán
Firtz Roy, luego de estudiar la situación, resolvió asumir la responsabilidad de
llevar a los fueguinos a Inglaterra. En aquel país fueron objeto de muchos
agasajos y atenciones, e incluso visitaron a los reyes en el palacio de Saint
James.
Se
les impartió educación general y algunas enseñanzas prácticas simultáneamente
con el aprendizaje del inglés, a fin de que eventualmente pudieran comunicarse
y prestar ayuda a infortunados náufragos. Hacia fines de 1833, luego de
permanecer dos años en Inglaterra, fueron reintegrados a su tierra. Carlos
Darwin, en cuya compañía viajaron al regresar, nos legó este retrato de aquella
niña que volvía a su tierra convertida en mujer: "Fuegia Basket era una linda
muchachita, modesta y reservada, con una expresión afable, pero triste a veces,
y gran facilidad para aprender cualquier cosa, especialmente idiomas. Así lo
demostró imponiéndose del portugués y español para hacerse entender en el breve
tiempo que se detuvo en Río de Janeiro y en Montevideo, y en su conocimiento del
inglés".
Lamentablemente Boat Memory, de quien Firtz Roy traza una favorable semblanza
diciendo que físicamente era el de mejor aspecto, el más inteligente y
habilidoso y de muy buen carácter, falleció víctima de la viruela en el Hospital
Naval de Plymouth, pese a haber sido oportunamente vacunado.
Los contratiempos relacionados con su regreso fueron muchos, y el capitán de la
Beagle los explica detalladamente, pues se consideraba responsable de lo
ocurrido, y estaba muy
preocupado por la suerte que el futuro podía deparar a estos fueguinos.
Ya
había fletado por su cuenta un buque para repatriarlos, cuando los lores del
Almirantazgo dispusieron todo lo necesario para que fuera equipada y puesta en
servicio nuevamente la goleta Beagle y, bajo su mando, prosiguiera los trabajos
de relevamiento en la extremidad austral sudamericana y costas del Pacífico.
También se dispuso que en ella embarcaran los fueguinos, y que en las bodegas se
reservara espacio para embarcar la gran cantidad de regalos, —señala Fitz Roy
que llenaron no pocos botes— enviados por sus benefactores. Resulta interesante
destacar que entre los obsequios que se apilaron en la bodega figuraban cajas
con ropa, calzado, herramientas y juegos completos de loza. Pero además, y aun
cuando no había entonces en Tierra del Fuego nadie que supiera leer, no faltó
quien ingenuamente enviara paquetes con libros.
La
pareja: York y Fuegia
Ya de regreso, y en alta mar, York comunicó a Fitz Roy que había hablado Con Fuegia y que, al llegar a su tierra, pensaban casarse. La noticia de este romance fue recibida alegremente por la tripulación y, como es de imaginar, no faltaron las clásicas bromas a expensas del novio que, según dice Darwin, era muy celoso, y a punto estuvo de irse a las manos en varias oportunidades. Estas riñas fueron evitadas por Fitz Roy, a quien los fueguinos estimaban sinceramente.
Ya de regreso, y en alta mar, York comunicó a Fitz Roy que había hablado Con Fuegia y que, al llegar a su tierra, pensaban casarse. La noticia de este romance fue recibida alegremente por la tripulación y, como es de imaginar, no faltaron las clásicas bromas a expensas del novio que, según dice Darwin, era muy celoso, y a punto estuvo de irse a las manos en varias oportunidades. Estas riñas fueron evitadas por Fitz Roy, a quien los fueguinos estimaban sinceramente.
Los
preparativos previos al desembarco fueron todo un acontecimiento, aprestándose
la yola y tres botes cargados con los regalos. Como Jemmy estaba en su tierra y
recordaba perfectamente la comarca, guió los botes hasta un abrigado fondeadero
que los indígenas denominaban Woollya, salpicado de pintorescas islitas, a cada
una de las cuales daban nombre propio en su lengua. Este lugar se halla en el
fondo de una pequeña península, en la costa occidental de la isla Navarino,
frente al pequeño estrecho Murray que la separa de la isla Hoste y que, por el
sur, da entrada al canal Beagle que los ingleses proyectaban explorar.
Sobre
este corto viaje vale la pena recordar el relato que nos legó el capitán de la
Beagle: "A medida que avanzábamos aumentaba continuamente nuestro séquito, y
siendo el día muy lindo, sin un soplo que rizara el agua, resultaba aquella
escena una evocación de las Islas del Mar del Sur, pero que en Tierra del Fuego
parecía un sueño". Agrega que los fueguinos que regresaban de Londres se
avergonzaban de sus rústicos paisanos, y Fuegia, en especial, no quería ni
mirarlos.
En principio se había proyectado llevar los novios al territorio de donde
procedían, pero como York expresó deseos de quedarse en Woollya, y el tiempo se
empeñaba en no dejar que los botes avanzaran hacia el oeste, se optó por acceder
a su pedido, pareciéndoles el lugar muy favorable.
Matthews: decisión frustrada
En esta pequeña bahía los británicos estuvieron cinco días atareados en preparar y labrar el terreno para sembrar una huerta e incluso instalar un jardín. También armaron tres casillas: una para el matrimonio, otra para Jemmy Button que se había reencontrado con sus familiares, incluso con su madre, y la restante para el religioso Richard Matthews, quien voluntariamente se había ofrecido para quedarse entre los naturales, y consideró que el momento era oportuno para concretar la primer experiencia.
En esta pequeña bahía los británicos estuvieron cinco días atareados en preparar y labrar el terreno para sembrar una huerta e incluso instalar un jardín. También armaron tres casillas: una para el matrimonio, otra para Jemmy Button que se había reencontrado con sus familiares, incluso con su madre, y la restante para el religioso Richard Matthews, quien voluntariamente se había ofrecido para quedarse entre los naturales, y consideró que el momento era oportuno para concretar la primer experiencia.
La boda se celebró en la casilla del reverendo, pero sin ninguna ceremonia
especial. Tuvo por testigos a Fitz Roy, capitán de la Beagle, a los oficiales y
tripulantes que lo acompañaban y gran cantidad de curiosos, desgreñados, sucios
y semidesnudos.
Los británicos tenían especial interés en observar el comportamiento de los
indios y, debido a ello, permitieron que Matthews pasara su primer noche en
tierra, la que felizmente transcurrió sin ninguna novedad, excepto el gran
interés y curiosidad que despertó la presencia de Fuegia entre el elemento
femenino.
Visto
que los naturales se mostraban pacíficos y estaban dedicados a sus habituales
tareas de pesca y recolección de mariscos, y que el religioso reiteró su
voluntad de quedarse, la expedición se internó en el canal Beagle a fin de
explorarlo hacia el oeste en toda su extensión.
Relevaron esas costas durante seis días, al cabo de los cuales
regresaron
apresuradamente debido a que, al cruzarse con varias canoas, vieron que
los tripulantes tenían en su poder
algunas pertenencias del
religioso, y esto les produjo gran preocupación y alarma. Apenas Libaron
a Woollya, Fitz Roy embarcó a Marchews en su bote y conversó con él a
solas.
Tras
escuchar atentamente los pormenores de todo cuanto había ocurrido durante su
ausencia, decidió dar por terminada la experiencia evangelizadora, temeroso de
que corriera peligro la vida de Matthews, en caso de permanecer allí más
tiempo. Carlos Darwin, que también integraba el grupo, dice, por su parte, que
llegaron justo a tiempo para salvarle la vida. En consecuencia se procedió a
desarmar la casilla y a embarcar todo cuanto se le había dejado a Matthews para
obsequiar a los nativos y calmar su animosidad.
Una
semana después, el 11 de febrero de 1533, el capitán Fitz Roy volvió a visitar
el lugar. Comprobó que sus tres protegidos estaban bien y que sus paisanos sólo
les habían robado muy pocas cosas, lo cual lo tranquilizó, pues York y Jemmy
seguían siendo amigos y defendían en común sus respectivas propiedades.
Los
ingleses no ocultaban su preocupación porque el flamante matrimonio -Fuegia y
York— había quedado instalado en pleno corazón del territorio que ocupaban sus
tradicionales enemigos aborígenes, los yaganes, y esto les parecía en extremo
peligroso ya que tenían sobrada experiencia del espíritu belicoso que animaba
tanto a los yaganes como a los alacalufes.
Así se lo hicieron notar a York, pero
éste les respondió que no debía preocuparles su porvenir y, mostrándoles sus
fornidos y musculosos brazos, les aseguró que lo pasaría bien y defendería
ventajosamente tanto sus pertenencias como a su joven esposa.
Tiempo después adviertieron que el astuto alacaluf había procedido con toda premeditación y
alevosía. Los dos años de amistad, camaradería y estrecha convivencia pasados
junto a Jemmy lejos de su tierra, no le habían hecho olvidar la aversión que,
por instinto, profesaba a los yaganes, a quienes ellos denominaban
despectivamente yapóos (nutrias), y con los cuales siempre estaban en guerra.
Un
año después
Un año después, el 28 de febrero de 1834, la Beagle ancló nuevamente en Woollya. Hallaron el paraje completamente desierto y la huerta y el jardín abandonados y pisoteados. Poco después vieron acercarse una canoa que enarbolaba una banderita, y uno de los tripulantes se lavaba apresuradamente la pintura que embadurnaba su cara. Para sorpresa de todos, el recién llegado resultó ser el pobre Jemmy, convertido de nuevo en un salvaje completamente desnudo, escuálido y miserable, que no ocultaba su vergüenza al presentarse ante sus amigos en tan deplorable estado.
Un año después, el 28 de febrero de 1834, la Beagle ancló nuevamente en Woollya. Hallaron el paraje completamente desierto y la huerta y el jardín abandonados y pisoteados. Poco después vieron acercarse una canoa que enarbolaba una banderita, y uno de los tripulantes se lavaba apresuradamente la pintura que embadurnaba su cara. Para sorpresa de todos, el recién llegado resultó ser el pobre Jemmy, convertido de nuevo en un salvaje completamente desnudo, escuálido y miserable, que no ocultaba su vergüenza al presentarse ante sus amigos en tan deplorable estado.
Al
reconocerlo se le brindó un cálido recibimiento; fue provisto de ropas y se lo
invitó a comer a bordo, donde estrechó la mano de todos. Contó que estaba muy
contento y satisfecho y vivía feliz, pues incluso tenía una joven y linda
esposa, pero también contó que York y Fuegia lo habían traicionado, marchándose
a su tierra tras robarle todo cuanto poseía. Esta es la última noticia que se
conoce del esposo de Fuegia, aquel fornido Sansón fueguino. Todo hace suponer
que, al reintegrarse a su tierra con el bote cargado de regalos, seguramente fue
abrumado por el número de bárbaros que se precipitó sobre él dispuestos al
saqueo, y defendiendo sus propiedades, debió caer víctima de algún feroz y
artero mazazo.
En cambio, su esposa, entonces joven y bien parecida, logró superar con éxito
este desdichado regreso, pues se conocen otros testimonios que se refieren a
ella y están fechados muchos años después de haber protagonizado estas
aventuras.
Con respecto a la suerte de Fuegia, Carlos Darwin incluyó en su libro la
siguiente nota: "El capitán James B. Sulivan, que desde su viaje en el Beagle,
ha estado empleado en la exploración y estudios de las Malvinas, oyó decir a un
cazador de focas en 1842 que, hallándose en la parte occidental del estrecho de
Magallanes, se admiró que hablara inglés una mujer salvaje que fue a bordo.
Indudablemente, era Fuegia Baskett. Vivió (recelo que esta palabra tenga doble
sentido) a bordo algunos días". En ese entonces y de acuerdo con la edad que le
calcularon los británicos al tomarla como rehén, debería tener algo más de
veinte años de edad.
Fuegia, a los sesenta años, vuelve a casarse
A partir de entonces no se conoce ninguna otra noticia que se refiera a ella, pero cuarenta y dos años después, en 1884, hace cien años, cuando ya su recuerdo parecía haberse eclipsado definitivamente, Santiago Bove dice que, hallándose en la parte occidental de Tierra del Fuego, fue testigo del casamiento de una anciana fueguina, que según dice se llamaba Fuegia Basket, con un joven de unos veinte años.
A partir de entonces no se conoce ninguna otra noticia que se refiera a ella, pero cuarenta y dos años después, en 1884, hace cien años, cuando ya su recuerdo parecía haberse eclipsado definitivamente, Santiago Bove dice que, hallándose en la parte occidental de Tierra del Fuego, fue testigo del casamiento de una anciana fueguina, que según dice se llamaba Fuegia Basket, con un joven de unos veinte años.
Bove no aporta otros pormenores ni tampoco aclara si personalmente
tenía conocimiento de los relatos de Darwin y Fitz Roy. Sin embargo, todo hace
suponer que se trataba de la misma mujer que había logrado conservar tan curioso
nombre entre los salvajes. En esa fecha ya debería tener mas de sesenta años de
edad y al parecer gozaba de buena salud.
El capricho del destino
Como es de imaginar, esta mujer debió nacer en el suelo junto al fogón de alguna miserable y destartalada choza fueguina. Como todas las criaturas de estas familias indígenas, creció chupando sucios trozos de grasa semi-cruda de lobo marino y luego aprendió desde muy niña a procurarse el diario sustento, andando desnuda y descalza entre las piedras de aquellas frías e inhóspitas playas.
Como es de imaginar, esta mujer debió nacer en el suelo junto al fogón de alguna miserable y destartalada choza fueguina. Como todas las criaturas de estas familias indígenas, creció chupando sucios trozos de grasa semi-cruda de lobo marino y luego aprendió desde muy niña a procurarse el diario sustento, andando desnuda y descalza entre las piedras de aquellas frías e inhóspitas playas.
Las primeras etapas de su vida transcurrieron viajando constantemente, según sus
costumbres, de un sitio a otro, acurrucada con los perros junto al fogón de la
canoa, soportando las frías rociadas del mar.
Al entrar en la adolescencia, un capricho del destino le permitió conocer uno de
los centros más avanzados de la civilización en esa época. Al regresar de lo que
nosotros llamaríamos un sueño de hadas, un viaje al país de las maravillas,
tornó a revivir los tiempos de su niñez; se casó, se reintegró y se readaptó a
las costumbres y a la primitiva y andariega manera de vivir d& sus rústicos
paisanos, en aquellos remotos y tempestuosos laberintos de islas.
Estos fueguinos, según explican Darwin y Fitz Roy, pese a la miserable vida que
llevaban en tan inhóspita región, estaban muy orgullosos de su tierra, pues
durante su exilio la recordaban y la elogiaban constantemente. Fuegia Basket, la
primer mujer que mencionan las páginas de la historia fueguina y cuyo recuerdo
hemos evocado, alcanzó la ancianidad feliz y contenta, gozando al parecer de muy
buena salud.
Fuente Consultada: Revista
Patagónica Nro. 20 Año IV - 1984 - Nota de Manuel Llarás Samitier
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