Fuente: Artículo de Silvia Díez Smith
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Lo fascinante de la historia de la llegada a estas tierras, es la
pasión personal de cada uno de aquellos que estuvieron involucrados,
algunos de los cuales, dejaron una marca en la historia tan tremenda
que no creo que ninguno de ellos haya podido calcular en su grandiosa
medida.
Es difícil, casi imposible, llegar a saber si realmente fueron los
primeros en tocar y cartografiar estas costas los navegantes
portugueses, españoles o de otras nacionalidades.
La historia relata,
con cuidadoso análisis, acontecimientos escritos por cronistas, que
antes mencionados, pueden ser ciertos e indudables, pero también está
la otra historia: la protohistoria, de ella se suele tener alusiones
no del todo claras; algunos mapas, cartas de navegación de procedencia
que suele perderse en el tiempo, han servido a los navegantes que
luego hicieron ésta, la historia escrita, la que llega a nuestros
días.
Los astros como puntos de referencia (faros), era esto lo único
que podían observar para orientarse.
Durante el día, la observación
solar que consiste en el registro del instante de paso de los bordes
superior e inferior por un determinado círculo de altura. Los datos
diarios obtenidos permiten medir las variaciones del diámetro del Sol.
También se determina, mediante el seguimiento de su órbita aparente,
la posición del punto origen de las coordenadas ecuatoriales de las
estrellas.
Esta extraordinaria pasión de explorar costas desconocidas se
dificulta al no poder las embarcaciones seguir rutas reconocidas.
Explorar regiones incógnitas, hace que un buen descubridor deba
transmitir a los demás sus hallazgos, y debe fijar las posiciones
absolutas, no las posiciones relativas a la última costa o puerto de
recalada. Para ello hay que observar el rumbo y, calcular bien la
velocidad, es por esto, que en estas épocas de navegación astronómica
se podían calcular las coordenadas (la longitud y la latitud) en alta
mar mediante la observación del Sol o de las estrellas, siendo
absolutamente preciso, un verdadero y profundo conocimiento de la
astronomía.
La latitud se podía calcular con cierta facilidad utilizando sencillos
instrumentos de cálculo,
pero no así la longitud, que es la referencia
al meridiano en el que se encuentra la nave.
A diferencia de las
expediciones de los portugueses por África, en las que sin grandes
variaciones de longitud se descendía 75° de latitud (desde Sevilla
hasta la extremidad meridional de África), los españoles, al cruzar el
océano, eran fieles a la misma latitud: avanzan grados de longitud,
que eran difíciles de calcular.
«Explorar regiones incógnitas, hace que un buen descubridor deba transmitir a los demás sus hallazgos»
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En general, la longitud se suponía calculando la posición según la
distancia recorrida, siguiendo un rumbo dado; para ello se calculaba
la velocidad según la experiencia y respecto a la estela que deja el
navío sobre la superficie del mar, o calculándolo respecto a hierbas u
otros objetos flotantes.
En cada turno de guardia se anotaba la
velocidad calculada en una pizarra, dato que luego se pasaba al
cuaderno de bitácora (libro en que se anotaban todos los
acontecimientos de la travesía, y que se guardaba en la bitácora,
armario próximo al timón). Con buenos vientos, esos cálculos podían
resultar aproximados, pero si había vientos contrarios todo era puro
azar.
Los marineros se guiaban por su instinto. Normalmente iban en
dirección norte o dirección sur hasta alcanzar la latitud deseada.
Entonces se dirigían, sin más preocupación, hacia el este o el oeste
hasta tocar la primera tierra.
Ahora bien, si no se encontraban con maderas, hierbas, etc., flotando
o ballenas que daban la idea de estar cerca de tierra firme, claro,
las cosas se complicaban mucho, sobre todo, si pasan no solamente
semanas, sino, muchos meses.
Fernández de Quirós (1560-1616) dice en uno de sus escritos:
- Anotar los vientos y mudanzas dellos, de los aguaceros, corrientes,
pájaros, cardumes de peces y otras señales que son de tierra, y el
paraje donde topare con ellas.
- Al salir y poner el sol y más veces si le pareciese convenir,
hacer subir a los topes a dos hombres para explorar la mar a todas
partes del horizonte.
- Si navegare con mar y viento y se hallare de golpe sin los dos,
si fuere de noche, reparo y sonda y buena guardia, porque suele ser por
interposición de tierra cercana.
- Si estando el cielo claro el sol, luna y estrellas salieren, o
se pusiesen más altas que el horizonte, por ser señal cierta de tierra,
si fuere de noche reparo y sonda y de día demandarla.
El procedimiento clásico para orientarse en altamar, y la guía de los
marineros, era la Estrella Polar, que indica el Norte. Como su altitud
(es decir, el ángulo con que aparece en el horizonte) disminuye
conforme se avanza hacia el Sur, señala la latitud.
Al navegar en
dirección Este u Oeste podía mantenerse también un curso recto y
corregir errores de brújula manteniendo la latitud polar constante.
Todos estos conocimientos y muchos más, debían tener estos arriesgados
navegantes con naves que no creo podamos imaginar cuanta audacia era
necesaria para hacerse a la mar tan desconocida como hoy lo es para
nosotros el infinito Universo.
Américo Vespucio en un grabado de Crispin de Pasee.
Viñeta del mapa de Waldseemüller de 1506, Américo Vespucio con su mapa.
Américo Vespucio
Sus anotaciones sobre la búsqueda de una estrella polar en el sur
celeste, donde deja sentado también que la estrella Polar, la Osa
Mayor y la Osa Menor no se ven, pero sí se aprecian nuevas y notables
estrellas, son de gran relevancia.
Él, hace mención a La Divina
Comedia del Dante en el pasaje del Purgatorio sobre estas estrellas
que está observando nuevas para él, las cuales, le permitirán servir
de guía en estas latitudes.
Vespuccio, deseaba fervientemente ser el
primero en descubrir una estrella polar que identificara el Polo Sur
celeste.
Pasaba largas noches en vela, sin dormir para observar en el
movimiento de las estrellas circumpolares sureñas, cual de ellas en
ese fascinante círculo, se movía menos, denotando así, que era la que
podía identificarse como Polaris Australis.
Estas estrellas,
absolutamente opuestas a las conocidas en el hemisferio norte e
invisibles desde el mismo, deslumbran por su magnitud, belleza y
abundancia a Vespuccio.
La longitud en estas travesías hacia el Oeste,
era un problema que develaba a Vespuccio como ha otros navegantes. Las
tablas astronómicas de la Luna y los planetas lo obsesionaban.
La
noche del 23 de Agosto de 1499, debía producirse una conjunción entre
la Luna y el planeta Marte, la misma, de acuerdo a los datos que
poseía Américo de la ciudad de Ferrara, debía producirse cercana a la
medianoche. Pero ocurrió que al salir la Luna una hora y media luego
de la puesta del Sol, Marte ya había pasado por aquella posición en el
este. Vespuccio, utilizó este dato para hacer el cálculo de la
distancia que había recorrido hacia el Oeste. El método, lo acercaba
bastante más que a otros navegantes, como Colón, para hacer las
estimaciones de distancias recorridas, pero aún le faltaban
exactitudes que solo podían dársela instrumental de precisión.
Recordemos, que según Ptolomeo, era irrealizable cualquier
emprendimiento por la ruta meridional, a lo largo de la costa
africana. Ptolomeo, fue autoridad indiscutible en estos temas por 400
años. Según él, era imposible vivir bajo el Ecuador o en sus
inmediaciones, su afirmación que bajo el Sol verticalmente ardiente no
podía sobrevivir ser humano o planta de alguna especie, era
indiscutible. Sus disquisiciones al respecto, llegaban a declarar la
imposibilidad de navegar alrededor de este desierto de arena, ya que
estas tierras inhóspitas se hallaban unidas hasta el Ártico así como
también lo estaban hasta la terra incógnita australis.
Detrás del Cabo
de Non, comenzaba el llamado verde mar de la oscuridad. Allí, el calor
solar hacía hervir el mar por aquellas latitudes, incendiándose
irremediablemente las naves y cualquier hombre que tratara de hacer
pie en estas tierras, se convertiría en negro.
Sobre esto, Vespuccio
escribe a Lorenzo de Médici:
"Me parece excelentísimo Lorenzo, que mediante este viaje
he impugnado con éxito la opinión de la mayoría de los filósofos, que
afirman que nadie puede vivir en la zona tórrida a causa del
intenso calor, pues en este viaje, hallé que sucede exactamente lo
contrario. El aire es más puro y templado en esta región, y en ella
vive tanta gente que su número es muy superior al de los que viven
fuera de sus límites. Lógicamente, y digámoslo en voz muy baja, la
experiencia es, por cierto, mucho más valiosa que la teoría".
Pero, ¿qué se necesitaba aparte de expertos navegantes para estas
extraordinarias aventuras? Claramente, conocedores del cielo, con
avanzados conocimientos en astronomía, alguien que conociera ese otro
mapa: el del cielo y el del inescrutable destino, ya que la
astrología, también jugaba para estos hombres, un papel de
importancia. "
ooOoo
En el Canto I, Dante Alighieri escribió lo siguiente:
I' mi volsi a man destra, e puosi mente
a l'altro polo, e vidi quattro stelle
non viste mai fuor ch'a la prima gente.
Goder pareva 'l ciel di lor fiammelle:
oh settentrïonal vedovo sito,
poi che privato se' di mirar quelle! [1]
Dante parece estar refiriéndose a la constelación de la Cruz del Sur.
De hecho, tal es la interpretación estándar de estos versos, como puede
verificarse -por ejemplo- en las notas que acompañan la traducción al
inglés realizada por Henry Wadsworth Longfellow (1807 - 1882) de 1867
[2].
En la imagen, vemos la Cruz del Sur tal como aparece en la Uranographia
publicada por Johann Elert Bode (1747 - 1826) en 1801, uno de los
últimos atlas estelares en representar no sólo los objetos astronómicos,
sino también las constelaciones.
Se trata de la más pequeña de las constelaciones modernas, formada
-desde el pie y en sentido de las agujas del reloj- por las estrellas α,
β, γ, y δ, también llamadas Alfa, Beta, Gama y Delta Crucis o simplemente Acrux, Becrux, Gacrux y Delcrux, por concatenación de las palabras Alfa, Beta, Gama y Delta con la palabra Cruz. En realidad Acrux es una estrella doble. Entre α y δ se encuentra la gigante naranja ε, también llamada intruso.
La Cruz del Sur contiene también una nebulosa de gas y polvo llamada Saco de Carbón,
que aparece como una silueta recortada en la Vía Lactea.
La importancia
de la Cruz del Sur para la navegación radica en que si se extiende su
eje principal tres veces y media desde Acrux, se encuentra el polo sur celeste, o sea el punto imaginario donde el eje de la Tierra corta la esfera celeste.
Durante
su viaje de 1501, Americo Vespucio cartografío estas estrellas. Sin
embargo su identificación como constelación no ocurrió sino hasta 1589,
cuando el astrónomo holandés Petrius Plancius (1552 - 1622) colaboró con
el cartógrafo Jacob Floris van Langren en la realización de un globo
celeste que mostraba, por primera vez, la Cruz del Sur.
También aparece
en el globo realizado por Pieter van den Keere en 1613 y en los mapas
estelares Usus astronomicus planisphaerii stellati publicados en
1624 por Jacob Bartsch (c. 1600 - 1633), yerno de Johannes Kepler [3].
Finalmente, algunos han atribuido la asignación del nombre de "Cruz del
Sur" a Augustin Royer, astrónomo de Luis XIV, quien la menciona en su
atlas estelar de 1679.
Sin embargo, hay una carta [4] muy anterior a las de Plancius y Royer,
donde se incluye un dibujo de la Cruz del Sur (en la imagen inferior) y
se la describe como "tan bella que ningún otro signo celestial puede comparársele".
Esta carta, escrita sobre pergamino por un joven miembro de una
influyente familia Florentina llamado Andrea Corsali (1487 - ?), está
dirigida a Giuliano de Medici y relata un viaje al Océano Índico a
través del sur de África a bordo de una nave portuguesa. Data de 1515 y
fue publicada en 1518. Además apareció en Delle navigationi et viaggi de Giovanni Battista Ramusio de 1550, y en The Decades of the Newe Worlde or West India de Richard Eden de 1555 que -dicho sea de paso- tuvo una enorme influencia en La Tempestad de William Shakespeare.
Pero si Dante realmente se está refiriendo a la Cruz del Sur en el verso
23 del Canto I del Purgatorio, entonces tenemos un problema. Se estima
que Dante Alighieri escribió la Divina Comedia entre 1304 y 1321, año de
su fallecimiento. Y eso ocurrió dos siglos antes de que Corsali
describiera por primera vez la Cruz del Sur en su carta de 1515.
Entonces, ¿cómo pudo Dante conocer la Cruz del Sur tanto tiempo antes de
que fuese vista por los navegantes del siglo XVI y catalogada como una
constelación a comienzos del siglo XVII?
En primer lugar debemos considerar la posibilidad de que el verso 23
deba entenderse en un sentido alegórico, donde las cuatro estrellas
serían representativas de las cuatro virtudes cardinales: Justicia,
Prudencia, Fortaleza y Templanza [5]. En efecto, a partir del verso 37
Dante se vuelve a referir a ellas en los siguientes términos:
Li raggi de le quattro luci sante
fregiavan sì la sua faccia di lume,
ch'i' 'l vedea come 'l sol fosse davante. [6]
Y más aún, a partir del verso 103 del canto XXXI, dice
Indi mi tolse, e bagnato m'offerse
dentro a la danza de le quattro belle;
e ciascuna del braccio mi coperse.
"Noi siam qui ninfe e nel ciel siamo stelle;
pria che Beatrice discendesse al mondo,
fummo ordinate a lei per sue ancelle". [7]
El
carácter alegórico de las cuatro estrellas en estos versos es evidente, y
lo mismo podría aplicarse a la mención del verso 23 del canto I.
Pero hay una interpretación distinta, según la cual Dante habría tenido
información sobre la existencia de una constelación de cuatro estrellas
que sólo sería visible desde el hemisferio sur.
Según menciona William Warren Vernon en su libro Readings on the Purgatorio of Dante de 1889 [8], el rey Juan I de Sajonia (1801 - 1873), quien tradujo la Divina Comedia al alemán con el seudónimo de Philalethes,
consideraba que Dante pudo haber oido de la existencia de la Cruz del
Sur de Marco Polo, quien en 1295 ya estaba de regreso en Venecia
después del famoso viaje que hacia 1284 lo había llevado tan al sur
como Java y Madagascar. Esta transmisión pudo ocurrir gracias a las
conversaciones mantenidas por Marco Polo con Pietro d'Abano, también
llamado Petrus de Apono o Aponensis (c. 1250 - c. 1316) que, entre
otros temas, versaron sobre Astronomía [9].
Pero hay otra opción más. En el primer globo celeste de 1589, Plancius
había ubicado la cruz en un punto errado del cielo, justo debajo de la
constelación de Eridanus. Recién en 1595, gracias a las observaciones
realizadas a pedido suyo por Pieter Dirkszoon Keyser, piloto del Hollandia,
pudo finalmente ubicarla correctamente. Pero también advirtió que las
estrellas α - ε, ya habían sido catalogadas por Ptolomeo en su Almagesto.
¡Y ello había ocurrido en el siglo II de nuestra era!
O sea que esas
estrellas ya eran conocidas en el mundo antiguo, aún cuando no habían
sido identificadas como una constelación separada, sino como parte del
Centauro. Así aparece, por ejemplo, en la Uranometría de Bayer de 1603
[10], donde la Cruz del Sur forma parte de las patas traseras del
Centauro (en la imagen).
Siendo así, resultaba factible que Dante
estuviese al tanto de su existencia.
Pero estas estrellas eran invisibles desde el hemisferio norte.
En los
versos 22-27 del Canto I del Purgatorio, Dante dice que el hemisferio
norte está "privado de ver" estas cuatro estrellas, y que nadie las ha
visto excepto por "la primera gente".
Según Vernon [8], esta "primera
gente" sería ni más ni menos que Adan y Eva, habitantes del Paraiso
Terrenal que Dante ubicaba en el Monte del Purgatorio, es decir, en el
hemisferio sur.
Pero, siendo así, ¿cómo sabía Ptolomeo de la existencia
de estas estrellas "invisibles" desde el hemisferio norte? Bueno,
ocurre que no eran invisibles en el siglo II (!). De hecho, para Henry
Clark Barlow (1806 - 1876) [11] esa "primera gente" que menciona Dante
son "las primeras razas que habitaban Europa y Asia".
En su Cosmos [12] Humboldt lo explica de la siguiente manera:
"Como consecuencia de la precesión de los equinoccios,
los cielos estrellados estan cambiando continuamente su aspecto desde
cualquier parte de la superficie de la Tierra. Las primeras razas de la
humanidad podían ver en el lejano norte las gloriosas constelaciones del
hemisferio sur levantarse ante ellos después de haber permanecido
invisibles [...] por un lapso de miles de años."
Este
movimiento oscilatorio del eje de rotación de la Tierra ocurre con un
período de aproximadamente 26000 años, conocido como año platónico. Así,
las cuatro estrellas de la Cruz del Sur todavía podían ser vista desde
Alejandría en tiempos de Ptolomeo (100 - 170). Sin embargo ya había
caído por debajo del horizonte varios siglos antes del nacimiento de
Dante.
Tal vez nunca sepamos si la referencia de Dante a las cuatro estrellas
fue algo más que una alegoría, y en tal caso cómo supo sobre las "cuatro
estrellas" del hemisferio sur, un conocimiento que la civilización
occidental había perdido varios siglos antes. Además, aún si hubiese
estado al tanto de ellas, ¿cómo se le ocurrió agruparlas en una
constelación aparte, separada de la del Centauro? El misterio
permanece...
ooOoo
Fernando de Magallanes(1480-1521), también tuvo que guiarse por estrellas que no le eran familiares.
No sabríamos mucho, sin la intervención de Antonio Pigaffeta, un italiano de buena familia que se
alistó para formar parte de esta flota expedicionaria.
... la Cruz del Sur y su extraordinario cortejo, acompañaban y guiaban a
estos hombres. Estas estrellas, parecían ser la única compañía de cuatro
fantasmales naves, las primeras en la historia en atravesar estas
misteriosas aguas. Estas desconocidas nuevas constelaciones, eran unas
de las guías que podían darle una salida de estas tierras hacia las
Molucas.
El descubrimiento del estrecho de Magallanes en un cuadro de
O. W. Brierly que representa esta travesía que requirió cinco semanas,
donde apreciamos, ya las solamente tres naves que lo lograron de las
cinco que componían la expedición en su partida.
Antonio Pigaffeta relata en forma muy escueta, ya que el no es versado
en temas astronómicos, qué ve en estos cielos del siguiente modo, cuando
se dirigían con rumbo al Brasil para aprovisionarse y seguir bordeando
las costas hacia el sur en busca del ansiado paso:
"Navegando con rumbo al Sur rebasamos la línea equinoccial, no viendo entonces la tramontana, o sea la estrella polar".
Más adelante, en su diario, al ya haber logrado encontrar el paso y
atravesar el estrecho ... relata:
"Las constelaciones no están distribuidas en el polo Sur de igual manera
que en e Norte, se ven dos grupos de pequeñas estrellas, de luz muy
viva, cuyo movimiento es apenas perceptible; ellas determinan el polo
S.,
Aquí, Pigaffeta, evidentemente hace alusión a lo más destacado en
estas latitudes, las que hoy llamamos
"Nubes de Magallanes".
Forma en que vio Pigaffeta las Nubes de Magallanes en ésa
latitud y en esa época, evidentemente, cerca del polo sur celeste, los
dos objetos más llamativos que se puedan apreciar.
[También] ... comenta lo siguiente mientras navegaban ya por el sur del Pacífico:
"La aguja de nuestra brújula indicaba siempre el N., pero desviándose
algo del polo. Esto, lo había observado muy bien nuestro capitán general
(Magallanes), por lo que cuando estábamos en pleno Océano, preguntó a
todos los pilotos qué ruta anotaban en sus cartas y respondieron que la
correspondiente al rumbo que les había dado. Magallanes les advirtió
entonces que tenían que corregir sus anotaciones, a causa del error a
que les inducía la aguja; porque esta se desviaba en razón a que en el
hemisferio austral perdía alguna fuerza de atracción hacia el polo N".
...
Antonio Pigaffeta, este cronista apasionado y cándido en
algunos aspectos de su relato, anota algo en su diario de una relevancia
extraordinaria.
Esto, sucede en Cabo Verde, en él, toma cuenta de un
hecho sorprendente.
Cuando bajan a proveerse de los víveres necesarios,
la tripulación se sorprende profundamente: es jueves, sí, jueves, cuando
que a bordo de la nave Victoria es... miércoles!.
Durante los dos años
que duró este tremendo viaje, Pigafetta llevó rigurosamente su diario,
día a día, en forma meticulosa, sorprendiéndose ante este hecho,
consulta al piloto Alvarado, que ha llevado la bitácora con sus
registros día por día también, y sí, de acuerdo a la cuenta, era
indiscutiblemente miércoles.
Esta observación de Pigafetta, asombró a
todo el mundo culto, ninguna de las brillantes mentes como Ptolomeo o
Aristóteles, habían tomado en cuenta este detalle.
El viaje de
Magallanes, entre tantos otras cosas, aportó este nuevo conocimiento, el
seguir la marcha del giro de la Tierra va robando una hora, o un
día, nuevo conocimiento que revolucionó al mundo científico, pero
parece haber pasado desapercibido en esta historia de navegar los mares y
los cielos australes, cruzar inmensas masas de agua, bordear costas
extraordinarias por sus riquezas y exotismo, o por la rudeza y
hostilidad de sus tierras. Este nuevo conocimiento, también lo trajo la
fantástica empresa de Magallanes.
Portada del libro de Gamboa Viajes al Estrecho de Magallanes editado en Buenos Aires
Algunas otras expediciones a las tierras australes de América donde se obtienen datos astronómicos
Pedro Sarmiento de Gamboa, Expedición al Estrecho de Magallanes (1579-1580)
Pedro Sarmiento de Gamboa (1532-1592), Almirante de la Guarda de Indias,
al servicio de su rey don Felipe II, navegante, científico y escritor
reconocido por su sobresaliente expedición a estas tierras para fundar
población en las tierras descubiertas por Magallanes en su viaje por el
estrecho que lleva su nombre, hace también descripciones de estos cielos
australes y los fenómenos que en él detecta por primera vez en su vida.
De entre las muy conocidas crónicas de Sarmiento de Gamboa, de un total
de cuatro, datadas en 1582, 1583, 1584 y 1590, es de destacar estos
párrafos donde describe en la secuencia que abarca el resto del viaje
(la tercera de ellas) la travesía a través del Estrecho durante la cual
investigó, las posibles salidas del paso, la desembocadura en el
Atlántico y la ruta hacia España, cruzando en diagonal el océano.
En
esta última fase resolvió el problema del cálculo de la longitud,
sirviéndose de la distancia angular de Sol a Luna, método que parece
ser, fue el primer marino en emplear. Localizó en el cielo austral dos
estrellas polares de "muy Pequeña circunferencia", el polo sur celeste,
lo describe como muy oscuro. Los llamados
luceros de Sarmiento,
de muy secundaria magnitud, fueron observados por éste mediante
procedimientos muy rústicos, ya que no contaba con telescopio o
artilugio que se le semejara para hacer exactas mediciones.
Planisferio portugués del año 1590.
El rigor científico con el que escribe Pedro Sarmiento de Gamboa, es
digno de destacar, hombre versado, curioso y detallista. En el libro de
bitácora anota algo peculiar, relatado en forma totalmente desprovista
de todo aquello que no sea rigurosamente científico:
"Esta noche vimos un arco que llaman los filósofos Iris blanco, en
contraposición de la luna que se iba a poner y de la reciprocidad de sus
rayos, que por antiperístasis herían en las nubes opuestas"
Añadiendo luego:
"Cosa es tan rara que ni la he visto otra vez, ni oído ni leído que otra
persona la haya visto tal como éste, sino en la relación de Alberico
Vespucio, que dice en el año de 1501 haber visto otro como éste".
Expedición de Cook en 1768 para la observación de Venus ante del disco solar en 1769
El navegante inglés James Cook efectuó tres importantes viajes hacia
estas tierras australes, él fue quien dio comienzo a las navegaciones
que, preparadas con objetivos científicos aumentaron los conocimientos
geográficos, astronómicos y de la historia natural. En dos de los
primeros viajes recorrió la parte más austral de América.
Zarpó de Plymouth en el Endeavour, equipado por la Real Sociedad, el 26
de agosto de 1768, con la finalidad de observar, desde alguna isla del
Pacífico, el paso de Venus por el disco solar, que iba a producirse el 3
de Junio del año de 1769. Con este fin, se encontraba entre la
tripulación, el astrónomo Green. Este viaje, duró aproximadamente 3
años, ya que Cook regresó 1° de junio de 1771 a su país.
Y
«Malaspina llegó a navegar en latitud de 60° 43', lo que ocurrió el 6 de enero»
|
Alejandro Malaspina, en la corbeta Descubierta, y
José Bustamante y Guerra, en la Atrevida, el 30 de julio de 1789
|
"Descubierta" y "Atrevida" |
Cuando recalan Puerto Egmont, entran en el puerto, en búsqueda de
cualquier riachuelo para dar fondo frente a él. Malaspina, queda
ciertamente impresionado por las islas Malvinas, relata detalles de sus
bellezas naturales, en cierto modo especial. Daba la impresión, que
había descubierto una especie de oasis después de tanto desierto
patagónico.
|
Dionisio Alcalá Galiano | | |
Cada uno de los científicos de la expedición, cumple con su
cometido: Felipe Bausá hace marcaciones de importancia con el teodolito,
Antonio Pineda reconoce el terreno y anota plantas y animales, Galiano y
Venacci, son quienes realizan observaciones astronómicas.
http://historiadelaastronomia.files.wordpress.com/2012/05/inteligencia3.pdf
Se establece en esta expedición también con precisión la longitud al
oeste de Montevideo de 3° 52' 30" y latitud sur de 51° 21' 3".
|
Juan Vernacci |
Malaspina llegó a navegar en latitud de 60° 43', lo que ocurrió el 6 de
enero.
Dan la vuelta al Cabo de Hornos en forma satisfactoria, siguiendo
luego hacia norte. A su regreso se hallaron el 25 de diciembre de 1793,
cruzando de poniente a naciente el cabo de Hornos, luego de haber
estado en las islas Diego Ramírez.
Desde el extremo norte de la isla de
los Estados, la expedición tomó nuevamente rumbo a las islas Malvinas,
para repetir sus observaciones astronómicas y reponer tanto a
tripulación como pertrechos para proseguir sus viajes.
El 2 de febrero, partieron de las Malvinas rumbo a Puerto Deseado, de
allí, iniciaron la navegación hacia España, llegando a Cádiz el 21 de
setiembre de 1794. Este viaje duró cinco años y tres meses, la ciencia,
se vio ampliamente enriquecida con esta nueva expedición."
ooOoo