En la edición de este día, el periódico “El Trabajo”, de
Punta Arenas, publica una carta escrita por Apolinario Barrera,
organizador de la fuga de Simón Radowitzky del Presidio de Ushuaia.
“Llegue a Ushuaia en una pequeña lancha tripulada por dos hombres (…) después de pasar tres días por allí, nos embarcamos en pleno día y en la misma Ushuaia con Simón”. En la crónica sobre la fuga se reproduce un párrafo de la prensa anarquista que afirmaba que “en la liberación de Radowitzky no intervinieron secretos ni el oro corrió con prodigalidad para sobornar a carceleros: la historia que por muy novelesca que parezca es muy sencilla y sólo al valor y al espíritu de sacrificio de un hombre se debe”, refiriéndose al arrojo con que había actuado Barrera.
La carta continúa: “Las trescientas millas que dista Punta Arenas de Tierra del Fuego las recorrimos sin mayores contratiempos, bien casi. Pero al llegar al Estrecho de Magallanes y a tres horas de la ciudad, nos dio caza una escampavía de Guerra chileno. Al vernos perseguidos nos acercamos a la costa. Simón se tiró al agua y ganó la costa. (…) Los que quedamos en la lancha fuimos detenidos y conducidos a Punta Arenas. De esta ciudad salieron en persecución de Simón unos cincuenta hombres. Al día siguiente muy próximo a la ciudad, fue detenido por una de las comisiones que lo buscaban”.
Varias hipótesis se plantearon sobre la ayuda que recibió Radowitzky para subsistir desde que piso la playa chilena. “De acuerdo a lo escrito por Roque Esteban Scarpa, cuando dio con tierra firme en la costa frente a Punta Arenas, Radowitzky llegó a una calle al costado del Liceo de Niñas, sacó las últimas fuerzas y corrió hacia la primera puerta abierta que encontró”. Allí, tomó contacto con una docente que informó a la directora, que era Gabriela Mistral, la futura Premio Nobel de Literatura. Por ser una institución donde sólo existía presencia femenina, la docente pensó “vestirlo de mujer y conducirlo a un lugar que recordó como posible refugio”. La directora le respondió: “¡No! Ese hombre no sale a la calle (…) Corriendo todos los riesgos, Gabriela lo amparó, (…) cuando amainó la búsqueda, le permitió partir” (Ramón Arriagada. La rebelión de los tirapiedras).
La misiva había sido redactada en momentos que Barrera y Radowitzky eran trasladados por uniformados chilenos, para ser entregados a las autoridades argentinas.
Autor : Bernardo Veksler
"¿Quien era Simón Radowitzky?
Procedía de una familia obrera de origen judío. Nació en el pueblo de Merania, en la Rusia Zarista el 10 de Enero de 1891. Fue un militante obrero anarquista. Luego se traslada la familia a la ciudad de Ekaterinoslav, para facilitar a los niños el acceso a la educación primaria. Abandona los estudios a los 10 años para aprender el oficio de herrero, convirtiéndose en un autodidacta. La hija de su maestro lo inició en el anarquismo. Cuatro años más tarde, ingresa como jornalero en una metalúrgica, encabezando una manifestación reclamando la reducción de la jornada laboral, fue herido por el sable de un cosaco, queda en convalecencia seis meses y es sentenciado a cuatro meses de prisión.
Fue segundo secretario del soviet de la fábrica en la que trabajaba, cuando los eventos de la revolución rusa de 1905. Tras la represión zarista, debió exilarse para no ser condenado a prisión en Siberia, donde la gran mayoría moría por el trato dispensado.
Arriba a Argentina en marzo de 1908, reside en Campana (Buenos Aires), trabaja como obrero mecánico en los talleres del Ferrocarril Central Argentino. Se vincula con la creciente comunidad anarquista local y entra en contacto con un grupo de intelectuales anarco-sindicalistas de origen ruso. Se traslada a Bs. As., donde residiría mientras ejercía como herrero mecánico."
...
"Así llegó a Ushuaia
Simón Radowitzky, (ucraniano) cometió el asesinato de el jefe de policia de Buenos Aires Ramón Lorenzo Falcón, mediante una bomba casera, arrojada a su carruaje el 14 de noviembre de 1909, en las cercanías de las calles Quintana y Las Heras de la ciudad de Buenos aires, cuando todavía no tenia 18 años y ya hacia mas de uno que vivia en Buenos Aires.
Fue condenado a estar preso por tiempo indeterminado, después que un pariente lo salvó del fusilamiento, al presentar su partida de nacimiento (o algo parecido) donde figuraba que era menor de edad."
Fuente
"Radowitzky - La fuga del penal
El plan de fuga se lo enviaron a Radowitzky en una Biblia, en tanto Barrera se empleó en el presidio como guardia cárcel, ganándose una aureola de implacable castigador de anarquistas y otras yerbas malas. Hasta le pegó varias veces a Simon, quien cuando fue sacado de la celda y se vio solo, afuera, con Barrera, creyó que lo iba a matar.
El 7 de noviembre de ese mismo año, una audaz acción conjunta de los grupos anarquistas chilenos y argentinos logró la única evasión jamás lograda del penal de Ushuaia. Los argentinos Apolinario Barrera y Miguel Arcángel Roscigna y los chilenos Ramón Cienfuentes y Ernesto Medina alquilaron una pequeña goleta de bandera dálmata en la ciudad chilena de Punta Arenas, y coordinaron con Radowitzky el procedimiento."
Fuente
El último Pirata del Beagle y su barco Sokol, relacionados con la fuga de Simón Radowitzky
"¿Pirata? ¿Aventurero? ¿Contrabandista? Las historias acerca de Pascual Rispoli, más conocido como Pasqualín, tienen mucho de leyenda y poco de certeza. De origen napolitano, viajó a América a los dieciocho años en busca de su padre, a quien encontró en Punta Arenas, Chile. Allí se estableció, dedicándose al rudo oficio de la caza de nutrias y la venta de sus pieles. Inteligente y habilidoso navegante, participó de actividades a veces ilícitas, que incluyeron un papel secundario en la fuga de Simón Radowitzky de la cárcel de Ushuaia." Fuente
"El patrón de la goleta “Sakol” (Pascualini, el último pirata en el Beagle)
Pascual Rispoli le cuenta al periodista Soiza Reilly… “Lo invito a comer en un fondín de Ushuaia, en el famoso “Tropezón”… Cuénteme, Pascualín, ¿cómo se escapó Radowisky del presidio de Ushuaia? Dicen que usted lo llevó… Naturalmente. He sido yo. Me contrataron para llevar una “carga desde Ushuaia a Magallanes. Me pagaron dos mil pesos por anticipado y me prometieron ocho mil si conducía esa “carga hasta la propia ciudad de Magallanes. ¡Convenido!… Me escondí con la goleta en el puerto Golondrina, donde estaba el antiguo presidio militar. Al obscurecer vi en costa dos hombres que me hacían señas llamándome. Me embarqué en el chinchorro y remé hasta la orilla. Una de las personas era la que había arreglado conmigo el negocio. Era el condestable Barrera- Se me acercó y me dijo: Llévenos a bordo, Pascualín. ¿¡Y la carga!?"
- Aquí está. Barrera me señaló a su compañero. Yo sabía: era Radowisky. Buen muchacho. Simpático…Radowisky se había fugado del presidio con un uniforme de guardián. Sale de la cárcel a la hora del relevo, ¿Y después, Pascualín? Viajamos una noche, un día y otra sin novedad. No encontramos a nadie, pero tuve un pálpito. Pensé que la policia de Ushuaia, en cuanto viera desaparecer la goleta del puerto, telegrafiaría pidiendo mi captura. Aconsejé a Radowisky que se quedara en alguna isla del camino. Le dejaría alimentos y cuando pasaran quince o veinte días volvería a buscarlo. No quiso. Tenía miedo de que yo lo olvidara. No creía en mi palabra de pirata. ¡Babilonia! “¡Nos van a agarrar!” — le dije. — “No importa — me contestó. —Vamos a Chile.”
Sucedió lo previsto. Cerca de Magallanes, en “Aguas Frescas”, apareció un escampavía — nombre que en Chile dan a los “buques – avisos” de la armada. — Me hicieron las señales de parar — agrega Pascualín, — pero yo embiqué rápidamente mi goleta, que entonces se llamaba “Sokol” sobre la costa de “Aguas Frescas”. En seguida le grité a Radowisky que se arrojara al agua para salvarse de la policía. No quiso. Lo tomé de un brazo y lo eché al agua. Al mismo tiempo le tiré a la costa una bolsa con víveres Salí nuevamente con la goleta rumbo a Magallanes. Me detuvo la escampavía y me llevó a la cárcel. Gracias a mis veinte kilos de buena conducta, demostré mi inocencia. Radowisky, entre tanto, vivió escondido en el monte de “Aguas Frescas”. Cuando pasaba la policía buscándolo, él se subía a los árboles y desde arriba espiaba a los agentes. Pocos días después el hambre lo venció. Cayó en poder de las autoridades. — ¿Y usted, Pascualín, no cobró los ocho mil pesos restantes? — Naturalmente que no. Lo convenido era llevar la “carga” hasta Magallanes. ¡Y no pude! ¡Dicen las malas lenguas que el piloto Pascualin los vendió a los carceleros argentinos!"
Fuente
ooOoo
Otros antecedentes:
"¿Quien era Simón Radowitzky?
Procedía de una familia obrera de origen judío. Nació en el pueblo de Merania, en la Rusia Zarista el 10 de Enero de 1891. Fue un militante obrero anarquista. Luego se traslada la familia a la ciudad de Ekaterinoslav, para facilitar a los niños el acceso a la educación primaria. Abandona los estudios a los 10 años para aprender el oficio de herrero, convirtiéndose en un autodidacta. La hija de su maestro lo inició en el anarquismo. Cuatro años más tarde, ingresa como jornalero en una metalúrgica, encabezando una manifestación reclamando la reducción de la jornada laboral, fue herido por el sable de un cosaco, queda en convalecencia seis meses y es sentenciado a cuatro meses de prisión.
Fue segundo secretario del soviet de la fábrica en la que trabajaba, cuando los eventos de la revolución rusa de 1905. Tras la represión zarista, debió exilarse para no ser condenado a prisión en Siberia, donde la gran mayoría moría por el trato dispensado.
Arriba a Argentina en marzo de 1908, reside en Campana (Buenos Aires), trabaja como obrero mecánico en los talleres del Ferrocarril Central Argentino. Se vincula con la creciente comunidad anarquista local y entra en contacto con un grupo de intelectuales anarco-sindicalistas de origen ruso. Se traslada a Bs. As., donde residiría mientras ejercía como herrero mecánico."
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"Así llegó a Ushuaia
Simón Radowitzky, (ucraniano) cometió el asesinato de el jefe de policia de Buenos Aires Ramón Lorenzo Falcón, mediante una bomba casera, arrojada a su carruaje el 14 de noviembre de 1909, en las cercanías de las calles Quintana y Las Heras de la ciudad de Buenos aires, cuando todavía no tenia 18 años y ya hacia mas de uno que vivia en Buenos Aires.
Fue condenado a estar preso por tiempo indeterminado, después que un pariente lo salvó del fusilamiento, al presentar su partida de nacimiento (o algo parecido) donde figuraba que era menor de edad."
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"Radowitzky - La fuga del penal
El plan de fuga se lo enviaron a Radowitzky en una Biblia, en tanto Barrera se empleó en el presidio como guardia cárcel, ganándose una aureola de implacable castigador de anarquistas y otras yerbas malas. Hasta le pegó varias veces a Simon, quien cuando fue sacado de la celda y se vio solo, afuera, con Barrera, creyó que lo iba a matar.
El 7 de noviembre de ese mismo año, una audaz acción conjunta de los grupos anarquistas chilenos y argentinos logró la única evasión jamás lograda del penal de Ushuaia. Los argentinos Apolinario Barrera y Miguel Arcángel Roscigna y los chilenos Ramón Cienfuentes y Ernesto Medina alquilaron una pequeña goleta de bandera dálmata en la ciudad chilena de Punta Arenas, y coordinaron con Radowitzky el procedimiento."
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El último Pirata del Beagle y su barco Sokol, relacionados con la fuga de Simón Radowitzky
"¿Pirata? ¿Aventurero? ¿Contrabandista? Las historias acerca de Pascual Rispoli, más conocido como Pasqualín, tienen mucho de leyenda y poco de certeza. De origen napolitano, viajó a América a los dieciocho años en busca de su padre, a quien encontró en Punta Arenas, Chile. Allí se estableció, dedicándose al rudo oficio de la caza de nutrias y la venta de sus pieles. Inteligente y habilidoso navegante, participó de actividades a veces ilícitas, que incluyeron un papel secundario en la fuga de Simón Radowitzky de la cárcel de Ushuaia." Fuente
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"El patrón de la goleta “Sakol” (Pascualini, el último pirata en el Beagle)
Pascual Rispoli le cuenta al periodista Soiza Reilly… “Lo invito a comer en un fondín de Ushuaia, en el famoso “Tropezón”… Cuénteme, Pascualín, ¿cómo se escapó Radowisky del presidio de Ushuaia? Dicen que usted lo llevó… Naturalmente. He sido yo. Me contrataron para llevar una “carga desde Ushuaia a Magallanes. Me pagaron dos mil pesos por anticipado y me prometieron ocho mil si conducía esa “carga hasta la propia ciudad de Magallanes. ¡Convenido!… Me escondí con la goleta en el puerto Golondrina, donde estaba el antiguo presidio militar. Al obscurecer vi en costa dos hombres que me hacían señas llamándome. Me embarqué en el chinchorro y remé hasta la orilla. Una de las personas era la que había arreglado conmigo el negocio. Era el condestable Barrera- Se me acercó y me dijo: Llévenos a bordo, Pascualín. ¿¡Y la carga!?"
- Aquí está. Barrera me señaló a su compañero. Yo sabía: era Radowisky. Buen muchacho. Simpático…Radowisky se había fugado del presidio con un uniforme de guardián. Sale de la cárcel a la hora del relevo, ¿Y después, Pascualín? Viajamos una noche, un día y otra sin novedad. No encontramos a nadie, pero tuve un pálpito. Pensé que la policia de Ushuaia, en cuanto viera desaparecer la goleta del puerto, telegrafiaría pidiendo mi captura. Aconsejé a Radowisky que se quedara en alguna isla del camino. Le dejaría alimentos y cuando pasaran quince o veinte días volvería a buscarlo. No quiso. Tenía miedo de que yo lo olvidara. No creía en mi palabra de pirata. ¡Babilonia! “¡Nos van a agarrar!” — le dije. — “No importa — me contestó. —Vamos a Chile.”
Sucedió lo previsto. Cerca de Magallanes, en “Aguas Frescas”, apareció un escampavía — nombre que en Chile dan a los “buques – avisos” de la armada. — Me hicieron las señales de parar — agrega Pascualín, — pero yo embiqué rápidamente mi goleta, que entonces se llamaba “Sokol” sobre la costa de “Aguas Frescas”. En seguida le grité a Radowisky que se arrojara al agua para salvarse de la policía. No quiso. Lo tomé de un brazo y lo eché al agua. Al mismo tiempo le tiré a la costa una bolsa con víveres Salí nuevamente con la goleta rumbo a Magallanes. Me detuvo la escampavía y me llevó a la cárcel. Gracias a mis veinte kilos de buena conducta, demostré mi inocencia. Radowisky, entre tanto, vivió escondido en el monte de “Aguas Frescas”. Cuando pasaba la policía buscándolo, él se subía a los árboles y desde arriba espiaba a los agentes. Pocos días después el hambre lo venció. Cayó en poder de las autoridades. — ¿Y usted, Pascualín, no cobró los ocho mil pesos restantes? — Naturalmente que no. Lo convenido era llevar la “carga” hasta Magallanes. ¡Y no pude! ¡Dicen las malas lenguas que el piloto Pascualin los vendió a los carceleros argentinos!"
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